Andrew&Valentine
Valentine miró una vez más hacia el horizonte, iluminado por
los reflejos plateados que el sol arrancaba al agua del mar, y avanzó hasta
sentarse al lado de su hermano. Iba vestida con un traje de baño azul celeste
y blanco, largo hasta las rodillas y con
cuello de estilo marinerito. Andrew se sonrojó, y ocultó su rostro bajo su
flequillo azabache. Estaba acostumbrado a ver a su hermana en ropa interior, pero
no sabía qué tenía el traje de baño que le hacía sentirse más incómodo. Ella estiró
las piernas y enterró los pies en la arena.
-¿Por qué querías que viniésemos? –Preguntó- Tú odias la
playa.
-Creía que te vendría bien–mintió el muchacho.
Ante la mirada incrédula de su hermana, Andrew refunfuñó una
excusa que se perdió entre el sonido de las olas. Valentine suspiró y regresó a
la orilla. Era cierto que no le gustaba la playa, pero desde hacía unos meses
sus motivos iban más allá de eso. El diario de su padre. Desde que lo había
encontrado no había dejado de escudriñarlo, buscando qué era lo que había
pasado el día del… incidente. Pero eran
notas confusas, inexactas, y cada vez más incongruentes. Sin embargo había un
dibujo que había llamado poderosamente su atención. Un ser que salía de entre
las aguas…
Y si Andrew quería llegar al fondo del asunto, debía agotar
todas las posibilidades. Incluyendo ir al mar, y tratar de descubrir qué se
escondía en sus profundidades.
De pronto, el agua comenzó a moverse, como en un
maremoto. Andrew se puso en pie, mientras algo enorme parecía surgir de entre
las olas, que comenzaron a romper a su alrededor. La gente chilló, presa del
pánico y comenzó a correr, huyendo a toda velocidad. Sin embargo, el muchacho no
pudo apartar los ojos de esa enorme criatura, que se alzaba cada vez más sobre
la superficie del agua. No apartó los ojos de ella hasta que escuchó un grito
que le heló la sangre. Valentine. Se levantó de un salto y la buscó con la
mirada. ¿Dónde estaba? La llamó a voz en grito, mientras comenzaba a sentir que
el pánico le embargaba también a él.
Finalmente la divisó entre las olas, luchando por nadar a
contracorriente, mientras el enorme maremoto producido por los pasos de aquel
ser innombrable la arrastraban a mar abierto. Andrew volvió a llamarla,
mientras trataba de avanzar hacia la orilla. Aquel monstruo, aquel monstruo que
vio en el grabado… sabía despedazaría a su hermana. Gritó de nuevo, llamándola,
mientras ella cada vez estaba más adentro, más lejos.
La llamó, la llamó hasta que le dolió la garganta. Lloró a
voz en grito. Lloró hasta que las olas llegaron hasta él y lo cubrieron, y
entonces no pudo respirar. Lloró y gritó hasta que alguien le sacudió y abrió
los ojos. Frente a él, su hermana Valentine le miraba con el ceño fruncido.
-Otra pesadilla –dijo-¿Se puede saber qué te aterra tanto?
Andrew sacudió la cabeza. El mar.