Anne Marie
Nunca se había visto en la
tesitura de visitar un hospital para algo que no fuera abrirla en canal o
hacerle pruebas médicas, así que pasear por los pasillos esquivando enfermos y
camilleros era algo nuevo para ella, aunque fuera el hospital de otro país. Para
Anne Marie, el hospital representaba dolor y muerte, pero por primera vez para
ella, aquella promesa no iba dirigida hacia su persona.
Con el vaso de café caliente
entre los dedos regresó despacio hacia la habitación. No le gustaba el café,
pero sabía que a él le gustaría olerlo al despertar, en lugar del fuerte aroma
a antiséptico y muerte del ambiente. Lo dejó delicadamente en la mesilla junto
a su cabeza, y se sentó en la incómoda silla de metal que había junto a la
camilla.
La chica suspiró, viendo a su
amigo, todavía inconsciente, con una mascarilla de oxígeno aferrada al rostro y
con el gotero firmemente introducido en su brazo. Anne Marie miró las correas
que le sujetaban a la cama y sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
Repentinamente Andrei comenzó a
moverse. El hombre abrió los ojos y la miró, desorientado.
-¿Qué…? –comenzó a decir, pero la
chica sabía que ahora le dolería demasiado hablar.
Antes de que Anne Marie pudiera
ponerle al corriente de su situación, una enfermera algo distraída entró en la
habitación. Se detuvo en seco cuando vio que el hombre la miraba.
-Он проснулся рано –Exclamó,
comprobando rápidamente sus constantes vitales. Andrei miró a Anne Marie,
desconcertado.
-Я думаю, что он хорошо –Respondió
la joven, levantándose de la silla. La enfermera la miró, sobresaltada. Ni siquiera
se había dado cuenta de que estaba allí. Después, miró hacia la puerta abierta
y de nuevo a ellos.
-Полиция скоро придет –dijo al
fin, dubitativa.
-He –balbució Andrei, empañando
la mascarilla –¡No! –Repitió, mirando a la mutante.
-Мы надеемся, что здесь –respondió
Anne Marie, poniéndole una mano sobre el brazo.
La enfermera salió de la sala, y
Andrei volvió a revolverse bajo las correas. Sin hablar, Anne Marie sacó un
móvil del bolsillo del pantalón y tecleó algo en él durante algunos minutos. Mientras,
Andrei sintió que se aflojaban las correas que le sujetaban, hasta que cayeron
por el suelo. Mentalmente, la joven le estaba liberando. Le quitó el medidor de
constantes, pero inexplicablemente aún seguía sonando, quizá para no alertar a
los médicos. Ante la mirada interrogante del hombre, al fin la chica habló.
-He hecho algunos tratos con la
mafia local para que nos saquen de aquí. Nada importante. Confío en tu
regeneración súper rápida para que no te mueras por el camino.
De pronto, dos camilleros de
enorme tamaño y sospechosos tatuajes en el cuello irrumpieron en la habitación,
y comenzaron a equipar la habitación para sacarle de allí. Anne Marie se quedó
en un segundo plano, hasta que empezaron a arrastrar su camilla fuera de la
habitación.
-Y cuando estemos de vuelta en
Canadá tendrás que explicarme cómo narices has acabado así.
(Perdón por el patético intento de escribir en ruso. Evidentemente he usado el google translate, así que seguramente tenga poco que ver con lo que quería decir en realidad.
-Se ha despertado pronto.
-Creo que está bien.
-La policía vendrá en seguida.
-Esperaremos aquí)