Orvieto (27-10-13)

Me desperté trabajosamente a las 7 de la mañana para poder coger un tren que fuera a Orvieto porque, si aquí el servicio de trenes ya es, por lo general, lamentable, los domingos empeora todavía más. Así que si no íbamos con el tren de las 8, no había otro hasta las 13. Total, que me desperté y corrí las ventanas, como cada mañana, para encontrarme con esta estampa digna de Stephen King. ¡Niebla!

Vale, igual para otras personas en otras latitudes españolas no es tan raro, pero es que yo solo he visto una niebla así dos veces en mi vida. Al principio pensaba que los cristales estaban empañados, pero cuando abrí y vi aquello... total, que estuve veinte minutos mirando por la ventana. Incluso desayuné mirando la niebla. 

Y (siempre digo lo mismo) aquí viene lo gracioso. Por lo visto, los domingos (bueno, hablo en general pero en realidad no sé si es siempre o sólo ha sido esta vez) directamente no hay trenes. No debe salirles rentable o algo, porque encima de la clavada que te meten (¡casi 5€!) nos embutieron a todos los pasajeros en un microbús donde tuvimos que ir de pie todo el camino -y no un camino precisamente corto, oiga- hasta un pueblo llamado Antigliano, donde allí hicimos transbordo y pudimos coger un tren hasta Orvieto. Señores de Trenitalia, si los domingos tenéis que habilitar otro tipo de vehículo porque no merece la pena mover un tren entero para tan pocos pasajeros, ¡coño, al menos que sea un autobús normal! Y rebajen los precios, que yo he pagado para ir cómodamente sentada en un tren, no para embutirme en un autobús enano con arañas gigantes (verídico).

Total, al llegar a Orvieto -pueblo pequeño que ya está en la Umbria, no en el Lazio- nos subimos en un... ay, nunca me acuerdo de cómo se llama. Yo los llamo trolebuses, pero no se llaman así. En fin, cuando me acuerde del nombre, editaré. Total, nos subimos en un cacharro de esos que nos llevó hasta la parte más alta del pueblo, donde está -y agarrense las bragas, señoras- ¡Il Duomo!

Es una catedral impresionante. De verdad, de verdad que se te caen las bragas de verlo. Acostumbrada al gótico oscuro y desanjelado que hay por España, encontrarme tanto color, teselas, brillos, pan de oro y bicromía fue...

Los tímpanos dorados brillan cuando les da el sol. Vamos, que si te quedas mucho rato mirando, te pones morenito.



Es precioso, en serio. Tiene tal cantidad de detalles, sólo por fuera...



Los laterales.


En el edificio de enfrente, sobre el reloj había esta especie de escultura de -supongo- bronce, muy bonita.


Llegamos justo a la hora de la misa, así que sólo le echamos un rápido vistazo al interior antes de decidirnos a dar una vuelta por el pueblo. Por lo visto la cerámica es muy típica de aquí, aunque también carísima, porque había un montón de tiendecitas con platos y toda clase de esculturas. Y también había un mercadillo muy pintoresco.

Y una cosa curiosa a la par que siniestra: un montón de cabezas de jabalíes y jabalíes disecados por doquier. Pero en serio, en mitad de una pared, pum, cabeza de jabalí. Serán seguidores del world of warcraft, porque vamos...

Un pequeño palacete que encontramos mientras caminábamos, aunque nunca pudimos aclarar exactamente cuál era (teníamos un mapita que habíamos cogido de la oficina de turismo, pero tampoco guiaba mucho).


La vista a la plaza desde el balcón del palacete. En la esquinita se puede ver parte del mercadillo, que ocupaba una de las estrechas calles.

Fotos random




Y de vuelta a Il Duomo. No podía dejar de mirar y hacerle fotos a la fachada, que era magnífica. ¡Mirad qué relieves!



La catedral por dentro. Es más pequeña de lo que parece a primera vista (aunque sigue siendo enorme).


Nosotras habíamos ido porque Lorena quería ver la Capilla de san Brizio, pintada por Luca Signorelli, pero no la abrían hasta la 1, así que nos fuimos a comer una pizza Diabola (creo que se llamaba) que es lo que en España se conoce como una pizza de peperoni. Estaba de muerte.

Después hicimos tiempo dando una vuelta por el pueblo, y encontramos esta tienda que era verdaderamente preciosa. Aunque todo está más o menos orientado y decorado para Halloween -al menos en Viterbo- aquí ya empiezan a florecer las cositas de temática navideña, ¡y joder, en esta tienda eran preciosas!



Más fotos random.


Volvimos, una vez más, dispuestas a ver la Capilla de Luca Signoreli. Y mira, te quita el aliento. Además, cuando me lo dijo Lorena no recordaba bien bien a qué capilla se refería, pero cuando la vi, en seguida caí en la cuenta. Es que es... ¡es tan mítica! No es muy conocida, pero para los que estudiamos arte nos la ponen hasta en la sopa. ¡Si me salió en un examen! Se me hizo un nudito en la garganta que no veas... 
Era gracioso, porque nos tiramos nuestros buenos veinte minutos mirándola, luego salíamos a mirar el resto de la catedral, y volvíamos a entrar. Y luego salíamos otra vez, y otra vez para dentro. No nos cansamos de verlo.
No dejaban hacer fotos, pero para que os hagáis una idea pongo estas que he encontrado en internet:




Luca Signorelli hizo estos frescos basándose en el Apocalipsis y en el Infierno de Dante -de hecho, el mismo Dante está representado por ahí-.

Cuando salimos de allí aún era prontísimo -las tres de la tarde- y el tren salía a las cinco, así que salimos a recorrer el pueblo, tomar un helado y sentarnos en un parque. Mientras caminábamos nos encontramos con esto, el fin del pueblo sobre la montaña. Unas vistas espectaculares, que tiene la Umbria...





La vuelta a casa fue igual de farragosa que la ida, igual de lenta y el doble de cansada. Peeero conocimos a una chica mexicana que estaba aquí como en una especie de "intercambio" con un montón más de estudiantes estadounidenses. ¡16 añitos que tiene la nena! Y yo con 21 lloriqueando por las esquinas porque echo de menos a mami y papi, y eso que los tengo en el mismo continente. Total, que esta chica, Rebeca, estaba muy emocionada porque echaba de menos hablar en castellano, y le dijimos que quedaríamos un día para charlar. Parece que es nuestro destino, hacer amigos estadounidenses en cada excursión xD
And that's it.

Y es por esto que me encanta haberme venido de Erasmus.